La obra que os presento es producto de mi interés por realizar un relato sobre la realidad vivida en este país los últimos diez años. Una década, a mi entender, que dejará para la posteridad una de las crónicas más completas jamás relatadas sobre mezquindades y bajezas humanas de nuestra historia reciente. Lo que empezó siendo, a principios de los años 2000, el inicio de una prometedora época de bonanzas económicas y libertades sociales ha acabado por mostrarse ante nuestros ojos como un monumental engaño. Un engaño, a la postre, tan burdo como el timo de la estampita.
Analizándolo ahora con cierta perspectiva, podemos apreciar como, mientras la clase media nos recreábamos en el hedonismo low-cost, la élite en el poder se afanaba en afianzar su dominio sobre nuestras vidas, hasta consolidar una suerte de neo-feudalismo disfrazado de capitalismo meritocrático. Porque, no sé si os habréis percatado, pero si viviéramos en un capitalismo real la mayor parte del lobby empresarial y financiero estaría ahora pidiendo limosna en las esquinas (cuando no entre rejas) por culpa de su ineptitud a la hora de gestionar sus negocios. Y si eso no ha sucedido es porque han recurrido a todas las posibles trampas y atajos a que han tenido acceso, con la inestimable ayuda de una clase política mediocre y untada hasta las cejas. Lo peor de todo es que tales trampas (evasión de impuestos, condonaciones de deudas millonarias, sobornos, cohecho…) son perpetradas con tal indisimulo que nos harían enrojecer si no fuera porque ya forman parte del ADN de este país.
Superada la década, y ya en pleno año 2011, lo único que le ha quedado al ciudadano de base es una larga lista de recortes sociales y penurias económicas. La brecha entre ricos y pobres ya no es una brecha, es un abismo. Ya no hay clase media, solo mileuristas. Y por no poder, ya ni siquiera podemos recurrir a la cultura del esfuerzo para progresar, pues ésta ya no es válida en una sociedad que premia el trilerismo por encima de todo.
Cuando me planteé retratar esta realidad se me antojó una visión en la que los ciudadanos nos vemos los unos a los otros por la mirilla del tópico y el cliché social: el parado, la funcionaria, el mileurista, la pensionista, el empresario… Y fué así como decidí hacer un homenaje a John R. R. Tolkien y a su magna obra El Señor de los Anillos, así como a su recurso de recrear un mundo ficticio fragmentado en regiones y razas contrapuestas.
Una vez finalizada la historia, y casi sin darme cuenta, nació un relato con muchas más influencias: desde El Mago de Oz y Futurama, hasta Los Simpson y Harry Potter, pasando por diversos elementos de la cultura popular reciente como el programa Alguna Pregunta Més?, la serie Aída, el programa La Noria, los interesantes debates entre internautas en webs como Menéame.net, Burbuja.info o Jenesaispop.com, etc…
Debolsillo, 2013
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