Según las crónicas, el mercado inmobiliario español atravesó a principios del pasado siglo XXI un periodo creciente de efervescencia económica como pocos se habían conocido anteriormente. Los historiadores suelen referirse a éste periodo como el Bonánzico. La tierra era poseída y explotada por formas de vida hoy ya extintas; principalmente, reinaba la especie sinápsida conocida como promotora urbanística. Las promotoras se caracterizaban por acaparar el máximo territorio posible en propiedad, aplicando a otras especies una constante subida de precios si querían establecerse en él.
A mediados del año 2007, no obstante, se produjo el cese abrupto de esta forma de dominación. La gran extinción, el final de una era… ¿Qué causó esta masiva extinción que marca el final del periodo Bonánzico y el comienzo del Crisógeno? Los científicos y otros expertos historiadores todavía no han encontrado una respuesta, ni mucho menos se han definido responsabilidades al respecto. Pudiera incluso llegar a creerse que la burbuja inmobiliaria eclosionó debido a factores externos tan incontrolables como la explosión de una supernova, o un periodo de gran actividad volcánica. En cualquier caso, las formas de vida más comunes hasta entonces comenzaron a extinguirse. Primero fueron las promotoras, a principios del Crisógeno. Con ellas desaparecieron los grandes saurios que habían dominado el territorio durante el periodo Bonánzico: grúas, excavadoras, camiones, bulldozer… y todas las materias primas de la construcción. Más tarde cayeron las Cajas de Ahorros… Todo se volvió yermo, abandonado, desértico a medida que estas especies iban despareciendo de la faz de la tierra.
El panorama resultante en la España del Crisógeno nos transporta, por tanto, a una era post-apocalíptica. Aún se pueden observar, sobre el terreno, numerosos fósiles de los otrora flamantes nuevos edificios. Éstos, que solían agruparse en grandes manadas llamadas urbanizaciones, fueron también sorprendidos por la explosión de la burbuja, y yacen ahora inertes. Cadáveres de cemento, de gigantescos esqueletos. No obstante, puesto hoy en perspectiva, la valoración de la mayoría de expertos respecto al final del Bonánzico en el s.XXI es positiva. El Crisógeno y los periodos posteriores, como ha sucedido históricamente tras las grandes extinciones de especies dominantes, fueron claves para que los mamíferos se diversificaran rápidamente y evolucionaran como especie.
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