La utopía

Los vecinos de la corrala se organizan y preparan pancartas para la manifestación en apoyo a las corralas de la provincia de Sevilla.
Los vecinos de la corrala se organizan y preparan pancartas para la manifestación en apoyo a las corralas de la provincia de Sevilla.
Manoli Cortes, mira pensativa mientras pasa la tarde en el salon de el piso que ocupa en La Corrala Utopía.
Los miembros de la corrala Utopía se reúnen en asamblea junto con miembros de otras corralas de la provincia de Sevilla. Los bajos de la Corrala Utopía se utilizan como espacios comunales que se utilizan para todo tipo de eventos del interés de la corrala así como de la comunidad vecinal (asambleas, talleres, conferencias)
Miguel ayuda a Aguasanta a lavarse el pelo. La falta de agua corriente hace que los vecinos de la corrala utilicen la fuente también como lugar de aseo.
Juani se encarga de distribuir entre los vecinos de la Corrala los alimentos donados por el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT).
Mercedes fuma un cigarro en el balcón acompañada por su hija Ana. Madre e hija ocupan un piso cada una en la corrala. Ana vive con su hija Daniela.
Tatiana se entretiene coloreando un cuaderno en el salón del piso en el que vive con sus padres y sus dos hermanos.
Carmen carga con un colchón, que le sobraba a un vecino de la Corrala Utopía, para su hijo.
Vanesa, 33 años, atiende la visita de la asistenta social con su hijo Yerai. Los servicios sociales se interesan por la situación de la familia. Vanesa y su marido tienen tres hijo y ningún ingreso estable.
Pancho enfermo y con insuficiencia respiratoria ocupa con su mujer Ana en uno de los pisos de corrala. Sus dos hijas y sus nietos viven también en otros pisos de la corrala.
Fran se dirige de vuelta a la Corrala Utopía con la compra que ha hecho con los cheques "bebe" que recibe cada seis meses por su hija.
Toñi , 44 años, hace la colada mientras Primitvo rellena sus garrafas con agua. Sin agua corriente en el edificio los vecinos tienen que ir diariamente a la fuente publica para poder tener agua o hacer algunas de las tareas de casa.
Juani y Carmen, ambas madres solteras; sin trabajo y sin ninguna ayuda, hablan en el salón después de comer juntas. Conocidas del barrio en el que vivían anteriormente ahora son amigas y vecinas de escalera en la Corrala Utopía.
Yesica recoge garrafas de una bolsa descolgada desde su piso para rellenar con agua en la fuente. La falta de agua corriente hace que los vecinos tengan que ir a por agua a la fuente diariamente.
Vanesa prepara un guiso en el piso que ocupa con su marido y sus tres hijos. Sin agua corriente para cocinar Vanesa utiliza agua que embotella en la fuente pública.
Patricia mira su móvil en el salón de una de sus vecinas de escalera. Patricia vive en la corrala con su madre y su hermano. Antes de ocupar la corrala su familia durmió en la calle durante una semana.
Primitivo atiende los medios de comunicación durante una rueda de prensa conjunta con otras corralas para dar a conocer la situación por la que están pasando muchos ciudadanos.
Los niños de la Corrala Utopía juegan en los bajos del edificio mientras los mayores se reúnen en asamblea.
Manoli, habla con dos de sus hijos Dani y Raúl en el salón del piso que ocupa en la corrala. Raúl (D), sin trabajo y ninguna ayuda vive en otro piso también en la corrala. Monoli fue desahuciada al no poder afrontar los pagos de la hipoteca tras todo una vida trabajando como empleada del hogar.
Miguel juega con su hijo en la plaza enfrente del edificio de la Corrala Utopía.
Los vecinos de la corrala se organizan y preparan pancartas para la manifestacion en apoyo a las corralas de la provincia de Sevilla.
Los vecinos de la corrala se organizan y preparan pancartas para la manifestación en apoyo a las corralas de la provincia de Sevilla. Los bajos de la Corrala Utopía se utilizan como espacios comunales que se utilizan para todo tipo de eventos del interés de la corrala así como de la comunidad vecinal (asambleas, talleres, conferencias)
Mercedes y Ana se llevan algunas de sus posesiones tras decidir después de casi ocho meses viviendo en la corrala que no pueden seguir viviendo ni compartiendo el proyecto de la Corrala de vecinas La Utopía con sus compañeros.

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“Ni gente sin casa ni casa sin gente” gritan por las calles de Sevilla las cerca de 6000 personas que han acudido a la manifestación “Por el derecho a la vivienda en apoyo a Las Corralas”. Encabezan la marcha con paso firme Juani, Carmen, Raúl, Maria, Vanesa, Toñi, Fran junto muchos otros de los vecinos que desde Mayo del 2012 decidieron ocupar un edificio desocupado al cual llamaron “Corrala de vecinas La Utopía”.

Casi un año después las charlas y reuniones iniciadas por 12 mujeres y sus familias junto con la ayuda de la Intercomisión de Vivienda del 15M del distrito sevillano de la Macarena culminaron en una acción y lucha que ha sido el catalizador en la ciudad y provincia de Sevilla en la que se han ocupado colectivamente nueve edificios en los cuales se han realojado cerca de 150 familias.

Mas allá de la reivindicación ideológica y la repercusión mediática, que hay en esta lucha de clases, el movimiento de las corralas no es otra cosa que una respuesta humana ante la falta de recursos y soluciones de las instituciones hacia una situación social, que se ha hecho insostenible para las familias mas desfavorecidas. 

La presión de los bancos, una ley hipotecaria, reconocida injusta por Europa y la herencia dejada por la fiebre del ladrillo han creado el ecosistema ideal para
que las 36 familias de la Corrala de vecinas La Utopía tomaran la decisión de dar un salto hacia lo desconocido e ilegal al ocupar un edifico que llevaba cerca de dos años vacío y que compró posteriormente, el banco Ibercaja, con los nuevos inquilinos ya instalados.

Aunque para algunos de sus vecinos mas jóvenes el camino comenzó desde los ideales y la indignación para la gran mayoría de miembros de esta comunidad “La Utopía” llegó a sus vidas por necesidad. Lejos de la imagen de “okupa” o “antisistema” creada históricamente por los medios de comunicación la mayoría de los vecinos son parejas, con edades entre los  25 y 40, con hijos.

Lejos de las comodidades que tenían en sus antiguos hogares, en las que el agua brotaba de los grifos y las bombillas se encendían al darle al interruptor. La rutina del día a día continua, entre el vaivén de viajes a la fuente con el zumbido de fondo de los generadores de electricidad que pueblan el tejado.

Mientras las negociaciones con las instituciones prosiguen. Para Toñi (45), separada y con un hijo de 13 años la vida en la corrala la ha puesto en contacto con una lucha y un activismo del que se había mantenido alejada. Dedicada en cuerpo y alma a su hijo, su trabajo y  su casa mientras veía por la televisión lo que sin darse cuenta le acabó por llegar a ella.

Con la intranquilidad de no saber que pasara con su futuro la vida sigue en cada una de las familias. Mientras cada uno organiza su piso y sus tareas a su gusto, el orden y funcionamiento de la corrala se rige mediante las asambleas. Al menos una vez por semana esta comunidad se reúne en los bajos del edificio, a la luz de las bombillas, para decidir y organizar los temas y acciones que se van a tomar.

Manuela, como tantos otros, nunca se imaginó encontrarse en esta situación a sus 65 años. Desahuciada y con una deuda de 118.000€. Se fue de su casa de madrugada para evitar una escena con la policía delante de los vecinos.  Desde entonces no ha parado de acudir a todas las acciones y protestas junto con sus nuevos vecinos.

La marcha en apoyo a las corralas de la provincia de Seviila sigue su recorrido pasando por las calles de la ciudad y con final en la corrala La Utopía, en el barrio de San Lázaro, uno de los mas afectados por los desahucios. Muchos de sus conciudadanos miran la marcha pasar mientras los manifestantes gritan al unísono ¡No nos mires únete!

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2013
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